Escuela Zapatista: Justicia Social Como Forma de Vida

Nathan Crites-Herren
The Paw Print

Entre el 11 y el 17 de agosto, los zapatistas trajeron a más de 1.500 personas a sus comunidades para asistir a la Escuelita Zapatista. De acuerdo con un comunicado del EZLN de febrero pasado, en una curso titulado Libertad según las Zapatistas: Gobierno Autónomo I, nuestras compas bases de apoyo zapatistas van a compartir lo poco que hemos aprendido de la lucha por la libertad, y las compas de la Sexta ahí verán qué les sirve y qué no para sus luchas.
En muchos sentidos, la Escuelita no era una escuela típica. Los maestros no tenían títulos, los libros de texto no citaban a prestigiosos académicos anteriores, y los salones de clase no tenían pizarrón. La clase estaba en sesión 24 horas al día y la sección de preguntas y respuestas estaba abierta todo el día. Y, sin lugar a dudas, los temas no eran ordinarios.
Algunas de las lecciones impartidas en la Escuelita se entregaban en lecturas de cuadernos de texto y presentaciones de autoridades zapatistas. Pero la mayoría de las lecciones más importantes se aprendían al compartir el hospedaje, las comidas, el trabajo la vida y las conversaciones con las familias y guardianes zapatistas anfitriones de los estudiantes en sus pequeñas y remotas comunidades durante los días que duró la Escuelita.
De acuerdo con los zapatistas, el objetivo de la Escuelita era mostrar a las personas de afuera su territorio y la forma en qué organizaron su lucha por autonomía, con la esperanza que los estudiantes compartieran la experiencia con otros y usaran lo que aprendieron para organizar sus propios movimientos de resistencia. Pero la escuela no se trató mucho de “cómo hacerlo” sino “te muestro y te cuento”, más bien. “Esto es lo que hacemos. ¿Preguntas?” De esa manera, la observación era la clave de aprendizaje en esta escuela.
Algunos principios básicos de su proceso de organización pueden sacarse de sus cuadernos de texto y experiencia, como la disciplina y el trabajo duro, el acercamiento cara a cara de las comunidades, planeación a largo plazo, reducción de la dependencia gubernamental a través de proyectos colectivos de trabajo, evitar la confrontación con el enemigo y enfatizar la experiencia compartida para convencer a los vecinos que no simpatizan con ellos. La estructura de su gobierno autónomo también revela aspectos clave de la resistencia y democracia zapatista.
La Escuelita Zapatista fue anunciada a principios de 2013 en un de los muchos comunicados desde su resurgimiento público en diciembre pasado. Poco a poco, fueron difundiendo más información sobre la escuela. Los estudiantes serían hospedados por familias zapatistas, así que no debían traer su comida o alojamiento. Tampoco debían venir con la expectativa de aprender cuestiones militares del EZLN—la escuela se trataba de autogobierno y autonomía, y no sobre su resistencia armada. ¿El costo para asistir? Además de tener que llegar a San Cristóbal, 100 pesos por cuatro libros y dos DVD que ellos proporcionarían. Menos de ocho dólares.
En su característico estilo político, los primeros cuatro anuncios acerca de los estudiantes describían a las personas que NO estarían en la escuela: líderes de movimientos sociales que han sido desaparecidos, presos políticos, y aquellos que llegaron antes y enseñaron a los zapatistas como organizarse y resistir. Sobre aquellos que SÍ estarían: 1,700 personas, de cinco continentes, de entre 11 meses a 90 años (con una gran concentración de 20 y 30 añeros), independientes o de colectivos, de instituciones académicas, y grupos solidarios.
Las Enseñanzas
Cuando los cursos comenzaron al día siguiente, los presentadores zapatistas anunciaron que “a través de nuestro voz habla la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.” Todos los maestros, las familias anfitrionas, y guardianes habían sido declarados portavoces del EZLN durante la duración de la Escuelita, dejando en claro el punto que aprender de la autonomía zapatista es aprender de la sociedad zapatista en su conjunto.
“No hacemos campañas electorales,” explicó el presentador. “No gastamos montones de dinero para elegir a un líder. Los representantes no están elegidos antes de que la gente vote.” Todas las leyes o proyectos, los representantes comunitarios y servidores públicos (maestros, promotores de salud, etc.) en todos los niveles de gobierno (local, municipal, regional), son elegidos directamente por la gente, que aprueba o desaprueba las propuestas del gobierno.
Otra presentación fue dedicada a la importancia de sus propios medios de comunicación. En cada uno de los cinco territorios tienen dos radios comunitarias, dijo el presentador. Esto les permite distribuir la “voz, palabra y trabajo” de todos por igual. Cuando el gobierno trata de engañarlos o les envía paramilitares, señaló el presentador, sus cámaras y radios les permite registrar lo que sucede y difundirlo. El gobierno tiene sus propios medios, explican, así que tuvieron que crear los propios medios.

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