Nathan Crites-Herren
The Paw Print
Jesús Vicente Zambada Niebla, hijo del poderoso cofundador de la organización narcotraficante de Sinaloa, ha aceptado contar todo lo que sabe al gobierno de los EEUU sobre sus supuestos socios criminales, sus operaciones y facilitadores, anunciaron autoridades estadounidenses esta semana.
Los detalles de su cooperación se detallan en un reciente acuerdo firmado por Zambada Niebla, él mismo considerado una figura clave en la organización de Sinaloa dirigida por su padre Ismael “El Mayo” Zambada y el recientemente capturado Joaquín Guzmán Loera (también conocido como El Chapo Guzmán).
El acuerdo de culpabilidad, que se puede leer en su totalidad en este enlace , le otorga a Zambada Niebla una reducción en su posible sentencia de cadena perpetua a sólo 10 años (incluyendo el tiempo que ya ha estado preso, lo que sería en total cinco años más) y le ofrece protección a sus familiares.
Sin embargo, el gobierno de los EEUU sólo cumplirá el acuerdo si considera que Zambada Niebla es veraz y útil al probar la evidencia que avance en la investigación y el caso en contra de la organización de Sinaloa y sus líderes.
Sin embargo, la cobertura de los medios comerciales del pacto de Zambada Niebla, influida por la necesidad de generar clics e ingresos en sus páginas, con pocas excepciones, excluyen el contexto esencial, así como el análisis de sentido común.
Por lo tanto, en un esfuerzo por corregir las distorsiones de los medios de comunicación comerciales en su cobertura del caso.
Caída del Chapo
El primero de estos elementos es la necesidad de considerar los alegatos planteados por Zambada Niebla (y probados como hecho en los documentos judiciales) sobre la relación entre el gobierno de EEUU y los líderes de la organización de Sinaloa -en particular de El Mayo y El Chapo Guzmán- quien fuera capturado a finales de febrero sin disparar un sólo tiro, como parte de una detención “arreglada”, según un ex agente de la droga que todavía tiene profundos contactos en México.
“El Chapo [Guzmán] estaba protegido por agentes federales y militares, por el gobierno mexicano,” afirma el agente especial estadounidense retirado Hector Berrellez, quien anteriormente se desempeñó como investigador en jefe de la DEA en México y desempeñó un papel principal en el seguimiento de los asesinos del agente de la DEA Kiki Camarena. “Él estaba haciendo que [el presidente mexicano Enrique] Peña Nieto se viera mal, por lo que el gobierno decidió retirar su personal de seguridad. Al Chapo se le dijo que bien podría rendirse o lo matarían.”
En términos de contexto es importante señalar que entre las declaraciones que Zambada Niebla hizo como parte de su acuerdo con la fiscalía es que “participó… en el pago de sobornos a la policía mexicana para promover el negocio del tráfico de drogas de Sinaloa.”
“En múltiples ocasiones,” afirman las declaraciones del acuerdo, “(Zambada Niebla) arregló el pago d sobornos a funcionarios locales, estatales y federales en el gobierno mexicano, con el propósito de facilitar los negocios de narcotráfico del Cártel de Sinaloa.”
Por lo tanto, no se necesita mucho más que sentido común para concluir que Zambada Niebla proporcionó los nombres de todos los funcionarios a los fiscales de Estados Unidos como parte de su cooperación, exponiendo de esta manera toda la infraestructura de la organización de Sinaloa, incluyendo a aquellos dentro del gobierno mexicano que estaban pagado para proporcionar protección al Chapo Guzmán.
Si los funcionarios mexicanos corruptos marginados por Zambada Niebla trabajaban para el gobierno de Peña Nieto, o formaban parte de la oposición (o una combinación de ambos, como es lo más probable) es bastante plausible que el gobierno de EEUU pudiera utilizar esa información para ejercer la suficiente presión política en México para cerrar la red de protección del Chapo Guzmán. Eso dejaría al jefe de la organización de Sinaloa con pocas opciones aparte de la fuga, escondiéndose como una rata en un agujero, u obtener la mejor oferta que pudiera sacarle al régimen de Peña Nieto y entregarse – con la esperanza de un cambio en el rumbo político en el futuro.
What’s Been Said…