Nathan Crites-Herren
The Paw Print
El 7 de noviembre de 2000, los votantes de Colorado habían aprobado, con un ajustado 53,5%, una enmienda a la Constitución que autorizaba el uso de cannabis con fines médicos. Técnicamente se establecía una excepción a las leyes penales estatales. Los doctores podían “aconsejar” la marihuana a un paciente, que podía designar un cuidador y, tras recibir una tarjeta de usuario, tanto el paciente como el cuidador estaban autorizados a cerca de 100 gramos de marihuana o seis plantas.
Pronto una serie de ambigüedades en su redacción hicieron ineficaz la enmienda. La principal era la naturaleza de la relación entre el paciente y el cuidador. Primero se estableció un límite de cinco pacientes por cuidador para impedir la distribución a gran escala. La presión popular logró que se eliminara esa limitación en 2009 dando vía libre a los dispensarios de cannabis.
La crisis económica había dejado empresarios desocupados, naves industriales vacías y arcas públicas necesitadas de ingresos fiscales. La elección de Barack Obama, que lanzó ambiguos guiños al tema durante una campaña por el voto joven, fue interpretada como un presagio de cambio en la política federal. Finalmente, el Departamento de Justicia, en octubre de 2009, avisó que no actuarían contra los empresarios poseedores de licencias que cumplieran con las leyes de los estados con marihuana medicinal. Y todos estos factores confluyeron en lo que se vino a llamar la “fiebre verde”.
Así, los usuarios registrados de marihuana médica en Colorado pasaron de 10.000 a 100.000 a fines de 2009. Y el número de dispensarios saltó de unas docenas a un millar.
Matt Cook, un hombre con 36 años de experiencia en el servicio público, empezó en la Fuerza Aérea del Ejército. Trabajó en la DEA y se convirtió en un experto en la regulación de diversos campos delicados, desde el juego hasta las carreras de caballos. “He tomado cosas que he aprendido en 36 años de trabajo en distintas regulaciones. Hay un poco de la legislación del juego, un poco del alcohol, un poco de las carreras de caballos. Son estrategias probadas. Este es un asunto más, solo que se llama marihuana. Y a mí me tocó el primer asalto: crear este experimento que el resto del mundo observa”.
El resultado es un marco legal que regulaba todos los aspectos del negocio del cannabis medicinal, “desde la semilla hasta la venta”, y que sirvió como modelo para otros estados. El interés trascendió también las fronteras estadounidenses. Cook asegura haber recibido visitas de políticos uruguayos, además de Canadá, Francia, Alemania, Israel, y hasta de Irán.
A nadie se le escapa que la frontera entre el uso medicinal y recreativo es difusa. En 2012 había en Colorado -que tiene cinco millones de habitantes- casi 140.000 pacientes autorizados a usar marihuana, el 94% consiguió la tarjeta por padecer un “dolor severo”.
El siguiente paso parecía natural. Y en noviembre de 2012, con el 55% de votos a favor, Colorado aprobó la enmienda 26 a su Constitución y se convirtió en el primer Estado, junto a Washington, en legalizar la marihuana para uso recreativo. Ni el gobernador del Estado ni el alcalde de Denver, la capital, hicieron campaña a favor.
Pero los legisladores decidieron dejar sus diferencias aparte y llevar a cabo de la mejor manera posible, en una legislatura controlada por los demócratas, la voluntad que habían expresado los votantes en las urnas. Añadieron algunas normas al sólido cuerpo legal creado por el equipo de Cook para la marihuana medicinal. Límites de edad y de compra, restricciones a la publicidad, una fuerte carga impositiva o el compromiso de dedicar los primeros 40 millones de dólares que se recauden a la construcción de escuelas.
A nivel federal, la marihuana aún está en la misma categoría legal que la heroína y la cocaína. Pero en agosto el gobierno anunció que no interferirá con Colorado y Washington.
Y Obama declaró no creer que la marihuana sea más peligrosa que el alcohol y que es importante que avancen los experimentos de Colorado y Washington.
Además, Estados Unidos ya no parece tan obsesionado con la guerra a la droga. Y ya no está tan autorizado para exigir a otros que no legalicen la marihuana cuando se vende legalmente dentro de sus propias fronteras. Fue significativo el silencio de la Casa Blanca cuando Uruguay se convirtió en el primer país en legalizar el cannabis (aunque todavía no existe la normativa que lo regule).
What’s Been Said…