Nathan Crites-Herren
The Paw Print
Frecuentemente, organismos de inteligencia estadounidenses, particularmente la CIA, han sido acusados de ser cómplices en el tráfico de drogas, pero los funcionarios públicos y los principales medios rápidamente desestiman las acusaciones calificándolas de teorías conspirativas, a menudo con justa razón.
Sin embargo, algunos casos desafían las explicaciones basadas en culpar a unas pocas “manzanas podridas”. En esos casos, si no hay una complicidad oficial del gobierno de los EEUU con el tráfico de drogas, entonces parece que al menos existe una profunda corrupción y disfunción en el organismo.
La investigación en curso sobre el jet Gulfstream II que se estrelló en México en 2007 con un cargamento de 3.7 toneladas de cocaína parece ser un ejemplo de un caso que apunta a un profundo problema de corrupción dentro de la burocracia estadounidense.
Ese jet fue parte de una operación encubierta estadounidense de larga duración EEUU llamada Jaguar Maya, que implicó la venta de decenas de aviones a organizaciones de narcotráfico de América Latina, según revelaron expedients judiciales recientemente.
Ahora parece, en base a una investigación de WikiLeaks y otros fuentes, que varios de los aviones vendidos a través de Jaguar Maya o partes relacionadas pueden haber sido utilizados para mover toneladas de cocaína en el mercado europeo, a través de África, a pesar de que algunos de estos aviones eran supuestamente monitoreados y rastreados por los agentes policiales o de inteligencia que supervisaban Jaguar Maya.
Reportes en medios de comunicación así como investigadores europeos han conectado al jet Gulfstream II, a través de su matrícula, N987SA, con su utilización en el pasado por parte de la CIA, incluidos supuestos vuelos realizados entre 2001 y 2005 entre los Estados Unidos, Europa y la Bahía de Guantanamo, lugar donde se encuentra el infame campo de prisioneros para los objetivos de la llamada Guerra contra el Terror.
El jet Gulfstream II fue vendido dos veces entre el 31 de agosto de 2007 y el 24 de septiembre de 2008 -el día que se estrelló en la Península de Yucatán con una carga de cocaína.
Dos compañías de Florida involucradas en esas ventas han sido nombradas en los escritos judiciales mencionando que el jet era parte de una bizarra operación encubierta de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) llevada a cabo en América Latina (Jaguar Maya) -en la que no hubo detenidos ni acusaciones en los EEUU en los más de cuatro años en que estuvo oficialmente en marcha. Según fiscales estadounidenses, la operación terminó con la caída del Gulfstream II en México.
Supuestamente, la Oficina del Inspector General del Departamento de Seguridad Nacional está investigando a dos agentes de ICE que formaban parte de Jaguar Maya, según indican informes judiciales federales en Florida. La investigación se centra en la supuesta actividad ilegal relacionada con la operación Jaguar Maya.
Sin embargo, diversas fuentes del gobierno que hablaron con The Guardian dicen que una operación como Jaguar Maya hubiera requerido una serie de aprobaciones de alto nivel y de supervisión, no sólo de funcionarios de ICE y del Departamento de Seguridad Nacional, sino también de funcionarios de los Departamentos de Justicia y de Estado, incluyendo los embajadores estadounidenses en las naciones involucradas.
El fracaso policial de Jaguar Maya durante los cuatro años, a pesar de la supervisión, llevó a que esos mismos funcionarios concluyeran que el verdadero propósito de Jaguar Maya no era reunir evidencia para hacer las detenciones o presentar acusaciones. En vez de eso, sugieren que Jaguar Maya de ICE bien pudo ser una operación encubierta de la CIA que utilizó diversas compañías de fachada para penetrar en las organizaciones narcotraficantes con el objetivo de reunir inteligencia y reclutar activos – todo con el objetivo de avanzar en los intereses estadounidenses considerados vitales para la comunidad de inteligencia.
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